Un desván en una vivienda de pueblo era el espacio de trastero, de secado de embutidos y hierbas, y donde se ubicaba el típico depósito de agua que funcionaba por gravedad. El objetivo del proyecto fue convertirlo en un espacio para el hijo del propietario, con cierta autonomía en relación con el resto del edificio. El reto de la reforma fue incorporar todos los bajantes y tubos pasantes del nuevo baño y los tubos de las chimeneas existentes en la planta inferior. Sin duda, era necesario aprovechar la intervención para mejorar el aislamiento de la cubierta y el envolvente de este espacio.

El primer planteamiento que se hizo fue la apertura de nuevas ventanas en el espacio de bajo-cubierta para mejorar la iluminación y ventilación de las habitaciones y el baño. Se buscó un orden sencillo e integrado en el orden compositivo existente, pero al mismo tiempo destaca la intervención utilizando dinteles de madera actuales.

Se busca realizar una reforma que valore los acabados de piedra existentes, que se combinan con nuevos enlucidos con mortero y pintura de cal. Se opta por utilizar un pavimento laminado de roble oscurecido que contraste con los tonos claros de las paredes. En el pasillo, se crea un arrimadero para dar la impresión de acortar la altura del espacio.

Todos los materiales utilizados son naturales y compatibles con la construcción histórica, optando por acabados nobles como las ventanas de madera, las instalaciones de calefacción y electricidad vistas con tubos de cobre, y el uso de unos mecanismos contemporáneos que imitan a los interruptores antiguos. En el caso de la cubierta, se ha realizado un falso techo continuo que permite el paso de instalaciones, y en el que se ha instalado un aislamiento continuo de 12 cm de espesor.

La intervención ha convertido un espacio en desuso en un acogedor ático de tres habitaciones y un baño completo.